domingo, 5 de febrero de 2012

Rescatando el Valor del Tejido en esta Zona.


La población de Mucuchíes se encuentra a 48 kilómetros de la ciudad de Mérida, que equivale aproximadamente a más de una hora de recorrido. Tiene una altitud de 2.893 metros sobre le nivel del mar y goza de una temperatura promedio de 11 °C y una población que supera los 5900 habitantes. Es una población típica del páramo de calles rectas y algunas casonas coloniales de tapia con viejos tejados humedecidos y desgastadas puertas de madera.
La actividad del tejido de lana en la zona andina tiene un gran acervo cultural y tradicional desde hace mucho tiempo lo que la da un gran valor a esta tradición y que hoy en día presenta una necesidad de revisar, promover para rescatar los conocimientos y técnicas de los tejidos que de alguna manera se han desarrollado, teniendo una época muy importante y que ha sobrevivido gracias a la conservación de tradiciones y costumbres de familias que heredaron este oficio sin verlo como un modo de vida pero lo han valorado desde el punto de vista cultural y que generación tras generación lo conservan para mantener vivo el recuerdo de un oficio de las épocas de nevadas y poca actividad en el campo, o el de la mujer que practicaba en su hogar para dedicar su tiempo libre a la elaboración de alguna prenda para el frió de la zona.
Igualmente la cría de los ovejas son actividades alternativas que por la nobleza del mismo es practicada por los miembros de la familia para tener otra fuente de ingreso o beneficio que no requiere de mucha inversión y trabajo, así como la práctica de un esquilado y atención al animal se realiza en épocas definidas del año que se planificaban para mantener ocupados los días de ocio.
El promover el sistema de producción y procesamiento de la lana es una necesidad que ha surgido de los mismos artesanos tejedores que quieren mantener, rescatar y promover más esta actividad pero que manifiestan la demanda de una mejor materia prima, de una lana de buena calidad para desarrollar trabajos que reflejen el talento y creatividad de la zona, también con la nueva visión de entrar y competir en el mercado tan globalizado que se presenta actualmente.
Hay instituciones que han apoyado el trabajo de rescate de tejido de lana de oveja como lo son la Universidad de los Andes, la Asociación de Productores Integrales del Páramo PROINPA que busca el mejoramiento genético de los rebaños de ovejas garantizando a los tejedores una lana de buena calidad para el tejido.
 Por otra parte esta el Núcleo de Extensión Agrícola CIARA, que dio origen a un grupo de tejedoras en la comunidad de Gavidia llamado “Mujeres Tejedoras de Gavidia”.
Actualmente esta la nueva fundación Guillermo Sánchez creada en el mes de junio de 2011, cuenta con 20 participantes 02 facilitadoras la señora Estefanía Rivas y Rosa Ramírez, quienes promociona el tejido de lana de ovejas, esta fundación esta en el alojo de las personas que realizan alguna actividad con la fibra de oveja allí están las escarmenadoras e hilanderas de Mucuchíes, Mocao, El Vergel, La Mucumpate, quienes quieren aprender a tejer o enseñar sus conocimientos adquiridos, además busca la equidad e igualdad de los participantes.  
Es importante el rescate de esta actividad desde el punto de vista cultural pero que generará por añadidura un impacto económico positivo, porque involucraría a la población de mujeres y niños, entre otros, que tienen y quieren tener un modo de ingreso adicional para el sustento familiar, e igualmente activaría la creación de micro empresas u otra forma de organizaciones productivas para dedicarse a algún proceso especial del sistema y ofrecer un producto elaborado con un valor agregado y la calidad requerida. A continuación se explicaran los seis pasos básicos para el procesamiento de la lana. 

Esquilado

La esquila de la oveja debe realizarse cada seis meses en la fase lunar menguante, ya que en esos días la lana es más resistente y ofrece mejor aspecto. Es conveniente revisar que sea de buena calidad, que la lana no esté apelmazada, es mejor cuando las hebras se encuentran sueltas; existe un llamada lana “merina” compuesta de fibras semi-rizadas y suaves, otra es llamada “lacia” cuyas fibras son de aspecto áspero y grueso; a la lana esquilada y sin lavar le denominan “lana en rama”.

Esquilado.

Lavado

Para sacarle el sucio a la lana hay que remojarla en agua que esté entre tibia  y caliente, no tan caliente porque en algunos casos esta podría hacer que las fibras se aprieten y compacten, lo que dificultaría los procedimientos. Después de estar en agua caliente se va enjaguando en partes y quitándole restos de vegetación como cadillos, ramitas, o restos de su excremento, (es importante destacar que el lavado de la lana en rama no es como el de la ropa, la lana no se debe fregar ya que esto apelmazaría las fibras) luego se sumerge en agua fría y limpia separándola abriéndola dentro del agua, luego se pone a secar al sol si es posible.


Escarmenado

Es un proceso donde se separa fibra por fibra la lana limpia desapelmazandola por completo allí se forman los copos.


Hilado

Aquí se enrollan los copos y con el “huso” se hila la hebra, para hilar un kilo de lana hay quienes a ratos largos al día, tardan unos cinco días, con la hebra se hace un rollo el cual se llama “ovillo”. No es sencillo trabajar lana pura así, a puras manos.


Teñido o pintado

En este paso de hacen “madejas” de lana y esta es una manera de arreglar la lana ya hilada en forma circular  para que no se enrede cuando se esté tiñendo, algunas personas acostumbran  a pintar la lana antes de hilarla y resulta efectivo este proceso; sin embargo, una lana bien hilada asimila mucho mejor los tintes naturales.   Para teñir lana con plantas naturales es necesario  hacerlo en ollas de barro o peltre y la luna debe estar en la fase menguante, las plantas naturales deben haberse recogido en anteriores o la misma fase lunar: Menguante, esto garantiza una mejor efectividad en la fijación y durabilidad del color en la lana. En cuanto al barro o peltre de los recipientes es porque el aluminio y/o hierro despiden partículas que alteran la fijación y tonalidad del color en la lana, en tal sentido respecto los tintes y el recipiente de barro se demuestra que ésta es la forma tradicional, la que mejor funciona y además la que se debe preservar como símbolo de identidad cultural y establece una relación directa entre en hombre y la naturaleza.
Teñir lana es un oficio entretenido, primero ha y que buscar en las montañas las plantas que pintan la lana, a una la llaman “raicita” la cual es una planta rastrera y además escasa, se machuca con piedras y se pone en una olla con agua y cuando tenga unos 20 minutos hirviendo se colocan las madejas (pueden ser mojadas) a hervir por aproximadamente  de una hora y media a dos horas, removiendo de vez en cuando, la raicita produce tinta firme, no marea y produce un color de rosado a rojo, que puede ser más intenso si se pone más cantidad de dicha planta.
Existe otra planta que da un color acafetadito y es un musgo  huesudo que crece en los pedregales y es llamada “barba de piedra” la cual se pica menudamente cuando esta recién recogido y para el teñido se realizan los mismos pasos y tiempo del procedimiento anterior.
El árbol llamado “ojito” produce un color de amarillo a dorado, sus hojas se recogen cuando están maduras y de tono amarillento, se dejan secar, luego se trituran y  tres días antes de  usarlas para teñir se pone a remojar en agua con la cual luego se hervirá, de igual manera con las hojas del árbol de sai-sai que produce un color rojo cobrizo, ambas se cocinan del mismo modo que la raicita.  La corteza del árbol de “aliso” produce un color marrón. Lo mismo que  la corteza del árbol de sai-sai la cual produce un color rojo cobrizo; la ruda produce un color verde, al igual que las hojas de la higuera las cuales se cocinan verdes y sin triturar y se mezclan con sal o limón en el momento en que hierven con la finalidad de coadyuvar en el fijado del color, a estos coadyuvantes o fijadores se les llama “mordentes” y existen varios que iremos mencionando más adelante.
Las hojas del eucalipto producen un color de marrón ladrillo a naranja dependiendo del tipo de hoja y la frescura de la misma. La planta “uña de gato” produce una variada gama de amarillos y como mordentes se usan para esta planta el alumbre y la sal, la concha de cebolla con lengua de vaca como mordente produce un color marrón claro, además del “jurapo” (pepa o semilla de aguacate) que se usa como fijador y/o mordente, también el bicromato y cloruro de estaño, amoníaco proporcionado por la orina humana, también las semillas de la “curuba”  como mordente en la planta “mijí” que ofrece un color terracota, también la zanahoria con su rama  ofrece un color amarillo y alumbre como mordente.
Además de los tintes con plantas naturales existen también los artificiales llamados “anilinas”.